jueves, 30 de septiembre de 2010

Apuntes de un hombre solo. Alas camufladas

Aparecen muy pocas veces en la vida. Hay vidas, incluso, que, rutinarias, transcurren sin que hagan acto de presencia. Son ese tipo de personas que porque no llevan alas, sino estaría convencido de que son ángeles. Es más, yo creo que, en realidad, lo son pero llevan las alas camufladas. De lo contrario, no es normal.
Que yo sepa, por mi vida se han cruzado dos de esos ángeles de incógnito. Claro que te das cuenta de quiénes son, un tiempo después de haber aparecido en tu trayecto vital. No es algo repentino. Pero yo estoy convencido de que lo son. Seguro. ¿Por qué?
Aparecen de casualidad. Es indispensable. Ellos aparecen en tu vida cuando tienes la guardia baja, cuando no interpretas ningún personaje. De repente, como en una gran obra de teatro, hacen acto de presencia en forma de compañero de cursillo o colega esporádico de trabajo. Ah! y un detalle: Te suenan de algo pero nunca sabrás de qué.

Volviendo al teatro, el secreto de los personajes secundarios es que resultan fundamentales para la obra pero parece que no están. Los ángeles, también. Van y vienen. Cuando crees que ese o esa a quien te encontraste por casualidad deja de importar en tu vida, aparece de nuevo. Pueden pasar años entre ambos instantes, pero sucede. Es importante no confundir a los familiares, novias o parejas con un posible ángel. No. Ellos tienen otro rol.
Los ángeles están para orientar, respirar, pensar, elegir y para hacerte creer que es posible. Te dan pistas, miguitas de pan que tú, sin darte cuenta, recoges como un animalito desorientado.

Otra característica de estas personas es que estar a su lado sienta bien. Son buenos para la salud. No hacen nada extraordinario, no son especialmente cariñosos, o atentos, no se deshacen en elogios pero cuando están uno se siente bien. Así de sencillo. Y eso no pasa a menudo.
En fin, que pueden ser ‘solo’ buenas personas pero tiene que haber algo más. Ojalá tengan la suerte que he tenido yo. La próxima vez que aparezca uno en mi vida prometo mirarle la espalda. Al fin y al cabo las alas se puede camuflar durante un rato, pero, ¿para siempre?. Estaré atento.