jueves, 11 de octubre de 2012

El sabor de las lágrimas

Una parada de autobús. Hace frío. Ella espera. Él llora. 
 
-¿Por qué lloras?
-No, por nada.
-Siempre se llora por algo.
-No tiene por qué. A veces se llora sin motivo.
-Ese es un motivo más que suficiente para llorar, ¿no crees?
-No lo sé. Puede ser. Me da igual.
-Perdona.
-No importa. Recuerdos mal curados, supongo.
-La mayoría no cicatrizan bien, es cierto. 
-Ninguno, yo creo.
-Los buenos sí.
-¿Cuál es la diferencia?
-El sabor de las lágrimas. 
-Vaya tontería. 
-Es cierto. Me lo contó mi padre.
-Pero si lloras…¿Qué más da ?
-Ya llega mi autobús. 
 -Sí, siempre llega. 
-El mío aún tardará.

Ella sube rápido. Él le mira fijamente mientras una última lágrima desemboca en sus labios y su lengua la recoge con cuidado.

No hay comentarios: