lunes, 22 de octubre de 2012

Lectores de sombras

Es un artículo publicado en La trastiendia de Biografías Personales de Beatriz Celaya. Gracias Bea.
 
En el instituto yo tuve una profesora de literatura de esas que salen en la conversación cuando alguien te pregunta quién te fomentó el deseo de leer y de escribir. No es muy original pero es la pura verdad.

Entre los méritos de Lola está el descubrimiento de artistas tan diversos como Alberti, Emily Dickinson, Blanca Andreu o Lorca. Pero el verdadero mérito de esta mujer fue inocular, en mi entonces tierna cabecita, la  búsqueda de la emoción, la capacidad de escoger, de moldear el gusto, germinar la idea de que en la lectura como en la vida, no vale todo.


Lola había preparado a principio de curso una lista con una serie de libros que ella consideraba interesantes para que nosotros leyéramos durante el año. No obstante, podíamos leer cualquier otro libro siempre y cuando tuviésemos su autorización previa. Así, una o dos veces al mes, antes de empezar la clase de literatura nos preguntaba uno por uno y en voz alta qué es lo que íbamos o estábamos leyendo. Por allí salieron autores de todo tipo: Verne, Melville, Montalbán, García Marquez, Reverte, Eco, etc. Entonces yo dije el mío: El médico de Noah Gordon. Lola torció el gesto y dijo un sonoro “No!” que se escuchó por todo el instituto. Lo había leído mi madre, era un absoluto éxito en ese momento y me pareció buena idea. Está claro que a ella no. Me dijo que había literatura mucho más interesante. Volví a la librería de mi madre y rebusqué hasta encontrar uno más delgadito y que parecía interesante. Fui con el libro a clase y le dije: “'El retrato de Dorian Gray'. Puedo?”. Y me contestó: “Debes”.

Wilde se ha convertido en uno de mis autores preferidos y jamás he tenido la tentación de volver a por 'El Médico'. Siempre hay otro libro que se adelanta. Nunca le agradecí lo suficiente a Lola esa doble orientación y la enseñanza última de no perder el tiempo. De aprender a escoger, de respetar y cuidar de nosotros mismos leyendo libros que nos hagan crecer, reír, llorar o pensar. Ahora parece que triunfa la idea de que vale cualquier cosa que tenga buen diseño. A pesar de que nos haga más pequeños como personas. Todo vale con tal de pasar el rato. Vivir se ha convertido un rato que hay que pasar. Al final, de tanto leer sombras nos vamos a convertir en sombras.

3 comentarios:

David dijo...

¡Joder! Pues no sé qué decirte...pero no me gusta nada lo que cuentas... A ver... yo me leo los libros que me mande una profesora, pero lo que yo lea en mi tiempo libre es cosa mía... y si quiero leer recetas médicas, "El médico", tebeos, o el Hola...
No he leído la novela de "El médico", y sí, seguramente y sin duda, la de Wilde (que sí he leído) será mejor...pero esa autoridad para decidir qué se debe leer... Me parece mejor "recomendar" una serie de libros añadidos a los obligatorios y que luego cada uno escoja. Si sabe vender los libros recomendados, lo otro sobra.
Pero bueno, no es mi intención fastidiar tu homenaje...
Un saludo.

jöel dijo...

Estoy de acuerdo contigo en que en tu tiempo libre haces lo que quieras. Por supuesto que yo leía otras cosas más allá de lo que me decía la profesora, pero yo hablo de otra cosa.
Hablo de fomentar el criterio que más adelante nos hará escoger. Como los padres tienen que marcar límites, los educadores tienen que estblecer unos mínimos. Las personas no nacemos con criterios prefijados y nos tienen que enseñar a crear nuestros propios criterios pero para eso hace falta que nos hagan distinguir entre lo bueno y lo malo bajo su propio criterio. ¿Se pueden equivocar? Claro, pero como los padres lo hacen. Para que luego, de mayores, y esa es la tesis real del artículo, no nos dé igual leer una cosa que otra, que nos parezca lo mismo entregar varias horas de nuestra vida a una novela que a otra. No es lo mismo. No vale cualquier cosa.

Un abrazo. Y gracias por el debate. Jöel.

pd: Y el concepto "saber vender" las recomendaciones me parece terrible. Un profesor no tiene que vender nada. Tiene que educar, formar y orientar. Desde luego no obligar con disciplina y violencia, eso es ridículo, pero sí marcar mínimos de calidad, que para eso es el profesor y tiene el principio de auctoritas.

David dijo...

mmmm... Sobre la pd:
"saber vender" es una forma de hablar... ¿Te suena mejor interesar, motivar o atraer?
Y es que educar, fomentar y orientar no van a ningún lado si primero no se motiva o interesa en esos conocimientos (hay que saber venderlos (añade risas)).
Otro saludo.