martes, 12 de agosto de 2008

Yo confieso

Tal vez esta entrada debería empezar con aquella letanía de ...sin pecado concebida... porque me voy a confesar. Si. Lo cierto es que no me queda más remedio. El otro día fui a la capital y dediqué todo mi tiempo en ella a buscar libros y discos en una tienda con siglas innombrables. Y en ese momento me dí cuenta, más que en otros lugares, que tengo un vicio, o algo así. Estaba paseando por entre los pasillos de los libros de bolsillo y de ensayo cuando pasé, sin querer, lo juro, por delante del mostrador donde se atienden consultan y se reciben los pedidos. Entonces, como si jna fuerza de la Naturleza penetrara en mí, me quedé parado mirando las grandes cajas verdes de libros recien llegados esperando a que alguien los cogiera y los colocara en su lugar concreto. Y fue entonces cuando pensé: Quién fuera dependiente para poder organizar todos esos libros. De verdad tuve envidia de los encargados de la sección y me di cuenta, también, de que ME ENCANTA TENER UN LIBRO EN LAS MANOS. Es algo que no puedo evitar. Disfruto con las ediciones, con las páginas, con las portadas, su peso, su olor... Puede que asuste pero es la verdad, soy un fetichista de los libros. Desde luego que el contenido es importante pero la forma en este caso es fundamental para mí. Por eso he ordenado dos veces la librería de mi casa natal. Me encanta volver a ver esos libros que me han acompañado durante mi vida, como esos viejos amigos que se reencuentran después de cierto tiempo. En fin, que me puedo pasar horas y horas en una librería mirando, cogiendo libros y luego comprando alguno de ellos para convertirlos en una parte de mí. Saludos fetichistas. Jöel.

1 comentario:

EsSa dijo...

A mi también me encanta tener un libro en las manos.

Felicidades por el blog.
Espe