viernes, 9 de abril de 2010

Apuntes de un hombre solo. Almanaque sentimental

Cuando estamos inmersos en el amor y sus trabajos nos pasamos todo el tiempo que duran los mismos deseando, rezando y suplicando que no se nos olviden esas fechas marcadas en rojo en nuestro periplo sentimental.
El primer día que…, la noche en que tú y yo…., aquella vez que nos dijimos…. Todas estas frases tienen un final diferente para cada historia y contienen una fecha concreta que necesitamos recordar para crear, aunque imaginario, ese almanaque sentimental que dibuja un camino conjunto, a veces duro, a veces suave, y siempre intenso. Es curioso cómo necesitamos esos pequeños mojones en el camino para tomar referencias, pero durante el periplo nos cuesta recordarlos y, lo más importante, hacerle saber a la otra persona que nos acordamos de dichas fechas. Un curioso galimatías vital que nos ofrece disputas, discusiones y escaramuzas varias que “amenizan” el discurrir sentimental.

Pero qué ocurre cuando ese camino se acaba, se corta, lo rompen o simplemente termina en un ‘cul de sac’. Pues que nos pasamos el resto del tiempo, hasta que encontramos otro camino que iniciar, deseando, rezando y suplicando que se nos olviden de una vez por todas esas fechas marcadas en rojo en nuestro, ya caducado, periplo sentimental. De repente, por la espalda y sin avisar, aparece ese adolescente 8 de abril, aquel lejano 27 de junio o el entrañable 15 de noviembre para hurgar en una herida aún abierta. Una paradoja que convierte esos mojones del camino en finos estiletes que seccionan el corazón cada vez que recuerda.

Con el tiempo, las heridas cauterizan, los estiletes se vuelven romos y el corazón necesita caminar en busca de otro recorrido vital. Y todo vuelta a empezar, ponemos el almanaque a cero y vamos acumulando nuevas fechas, nuevas fotos, nuevos sentimientos que al final son siempre el mismo. Criaturas débiles, estos humanos.

1 comentario:

David dijo...

Enseguida se acerca una de esas fechas en mi caso. Un post muy majo.
Y sí. Todavía malvivo en Bilbao.
Un abrazo.