lunes, 14 de julio de 2008

Me encanta Truffaut

No puedo evitarlo. Tengo la sensación de que me ha robado ideas y sensaciones antes incluso de que un servidor naciera. Su último aguijón es "El amante del amor". Un título tan francés como Triffaut y su alter ego en la película: Bertrand Morane, un mujeriego, soltero, seductor, amante insaciable y totalmente enmorado del amor o, como le dice una de sus conquistas: "Tú no estás enamorado del amor sino de la idea del amor". Es brillante, moderna, con destellos audiovisuales que aún fulguran (el punto de vista del ataúd mirando las piernas de las mujeres no tiene precio). Desde luego es un personaje que se acerca la profundidad de Antoine Doinel. Dan ganas de seguir sabiendo del melancólico y gentil Morane.
Truffaut tiene algo, una fibra óptica que hace que sus historias pasen de ser meros juegos a explorar las entrañas del ser humano en todas sus vertientes. "No me verás nunca; soy la Aurora de las siete de la mañana"; "No se puede hacer el amor de la noche al día; por eso inventaron el trabajo"; "Las piernas de las mujeres son como compases que van de un lado para otro para equilibrar el mundo". Más de un guionista mataría por escribir tan sólo esas dos frases. Y no señalo a nadie. Saludos de parte de Bertrand y de Antoine. Au revoir. Jöel.

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